EL COMIENZO - PARTE II
La noche fue muy divertida y podría decir que me volví un poco "adicta" a la nueva forma de sexo que había descubierto. Me quedaba hasta tarde para ver el programa y "cazar" a mi nuevo amante nocturno para esa velada sexual.
Todas las noches me dormía, después de jugar un rato tras el anonimato que me proporcionaba hablar por mensajes de texto con desconocidos. Descubrí que me ponía muchísimo que chicos a los que solo les había visto la polla, me dijeran todas las guarradas que querían hacerme. Prácticamente no tenía ni que hablar, ellos solos se encargaban de todo. Me encantaba ver la excitación que sentían al imaginar que podían follarme como quisieran.
Pero pronto todo esto iba a cambiar, porque una noche leí un mensaje un poco diferente y sin saber muy bien donde me metía, decidí escribir.
"Hombre busca sumisa que quiera iniciar en el bdsm para relación a distancia. Escríbeme".
Había cumplido los dieciséis años, y estaba saliendo con un chico de clase con el que todavía no había tenido ningún tipo de relación íntima. Lo cierto es que no entendía qué me pasaba, pero con él no sentía nada parecido a lo que esos desconocidos con un simple mensaje, podían hacerme sentir.
"Hola, acabo de ver tu mensaje. Me ha llamado la atención".
No sabía qué decir. Sí, sabía que era el bdsm, obviamente veía porno de vez en cuando y un día cualquiera llegué hasta esa categoría. Empecé a mirar los vídeos por curiosidad y algo despertó dentro de mí, algo que luego volvió a dormirse y que ahora empezaba a abrir los ojos de nuevo.
"Hola, ¿cómo te llamas, guapa?".
La verdad es que me esperaba un mensaje más directo, más "duro", como estaba acostumbrada con los otros chicos y eso me dejó un poco desubicada. Las dudas empezaron a agolparse en mi cabeza.
"¿Le digo mi nombre real?". - Pensé.
No, obviamente no iba a dar ningún dato que pudiera relacionarme directamente. No sabía quién estaba detrás de ese teléfono o lo cerca que podría estar y no sabía las intenciones reales que tenía. Así que le di el primero que se me vino a la mente.
- "Me llamo Laura, ¿y tú?".
¿Laura? Bueno, supuse que Laura era un nombre igual de bueno que cualquier otro. No lo había escogido por ninguna razón concreta. Después de eso la conversación continuó.
- "Yo me llamo Paul. Encantado de conocerte, Laura".
- "Igualmente Paul. ¿De dónde eres?". - Después de ese mensaje, hubo unos segundos de tensión.
- "Laura, aquí soy yo quien hace las preguntas, ¿de acuerdo? Si yo no te digo que preguntes algo, tú no preguntas nada. ¿Lo entiendes?".
El corazón me dio un vuelco tras leer eso y a la vez un cosquilleo empezó a recorrerme cerca de la entrepierna. No entendía muy bien qué estaba sintiendo pero era agradable, y aunque a otra persona podría haberle dado miedo, a mí me pareció de lo más emocionante. El juego empezaba a ponerse divertido.
- "Lo entiendo. Perdona, no volverá a pasar". - Una sonrisa apareció en mis labios.
- "Buena chica. Esta vez lo dejaré correr, pero espero que no haya una próxima".
- "Te lo prometo, Paul".
En realidad me quedé con ganas de preguntarle qué me pasaría si volvía a hacerlo, pero antes de saltarme las normas, quería conocerlas todas.
- "Perfecto. Bien, Laura y, ¿qué edad tienes?".
Mis ojos casi se salen de sus órbitas tras aquella pregunta, si le decía la verdad, probablemente pasaría de seguir jugando conmigo, al fin y al cabo, era menor de edad y él sería una persona adulta que no querría tener ningún problema legal por jugar con una chica de dieciséis años.
Definitivamente, debía mentir en eso también.
-"Tengo dieciocho años. En realidad, acabo de cumplirlos hace unos días".
Tan solo eran dos años más, no había opción a que lo descubriera.
- "Vaya... Soy bastante mayor para ti. No sé si esto está bien".
¡No! Tenía que haber dicho que era algo mayor, se acabó el juego antes de empezar. Necesitaba decir algo para que continuara, las cosas prohibidas son demasiado tentadoras. Necesitaba que ese hombre siguiera conmigo.
- "No me importa tu edad. Te he escrito porque te necesito, es decir, que me interesa lo que dijiste en el chat".
Crucé los dedos para que volviera a contestarme, no sabía por qué pero en ese momento Paul, un hombre del que no sabía absolutamente nada, me resultaba irresistible.
-"¿Estás segura? Laura, eres una chica joven y muy guapa seguro, puedes tener al chico que quieras. Pronto encontrarás a alguien que te dé lo que quieres".
Se acabó... Ahora nunca sabría que era lo que ese hombre me podría dar. Tenía que hacer algo... Y cuando pensaba que todo estaba perdido, se me "encendió la bombilla". Esa idea no podía fallar. Era mi único arma.
-"¿Qué edad tienes?".
Los segundos pasaban y no había respuesta. Mis ojos estaban clavados en la pantalla del móvil como si pudieran invocar su presencia.
-"Lo has vuelto a hacer, y estoy seguro de que lo has hecho a posta... Al final va a ser cierto que me necesitas".
Mis labios empezaron a curvarse para dar a paso a una sonrisa, y mis ojos se llenaron de emoción. Lo había conseguido. Paul había regresado y no estaba dispuesta a dejar que se marchara.
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